Luis Eduardo Díaz, metro sesenta de estatura, lenguaraz, ausencia de tres piezas dentales y lustrabotas de profesión se transformó de la noche a la mañana en honorable concejal.
Gracias a este regalo de Dios, Lucho pasó de vivir en un carro esferado a tener su casa propia. De tomar chicha al whisky y de la lechona al espagueti en salsa de tamarindo. Se codeó con el alcalde, cenó con burócratas y fue asediado por empresarios corruptos, adulado por los malvivientes de su barrio y acosado por mujeres interesadas en su bolsillo y estatus. ‘Lucho’, como todos le dicen, con sólo quinto de primaria y con título en la universidad de la calle, se convirtió de la noche a la mañana en el político más célebre de Colombia.
Pero este triunfo nunca lo hubiese logrado solo, a su lado siempre ha estado el amor de su vida, Gloria Vargas, una mujer que le ha inspirado y con quién ha armado un equipo indestructible. Juntos han atravesado una vida de lucha marcada por la desdicha, sorteando pruebas duras, superado el hambre, el frío de la calle y la tragedia de ver a su hija quemada. Pese a todas las adversidades, Gloria y Lucho han demostrado que el amor supera todo.
Habiendo nacido en una familia atípica, con una madre inexpresiva y un padre poco amoroso, desde temprana edad Lucho supo que para ganarse las cosas había que trabajar duro. Pasó hambre, humillaciones y maltratos, pero de tantos golpes que le recibió a su padre un buen día decidió huir de su casa y perderse en la calle, tuvo años de indigencia y aprendió las mañas que hay que darse para sobrevivir y aunque lo fácil hubiese sido regresar a su casa, su obstinación fue tal que nunca dio marcha atrás. Paralelamente, Gloria, una niña que al igual que Lucho tiene que extender la mano para pedir algo de comer, se encuentra con él y le ayuda para evitar que muera de hambre. Siendo tan sólo un niño queda prendado de Gloria para toda la vida. Pero el destino, siempre poniéndole pruebas a Lucho, los distancia por mucho tiempo.
Lucho encuentra un nuevo oficio como lustrabotas, dejando de lado el reciclaje. Así pues, la vida les vuelve a sonreír a Lucho y a sus mujeres cuando uno de sus clientes le hace una propuesta que cambiaría sus vidas para siempre. Viendo las habilidades oratorias del lustrador, éste cliente lo invita a lanzarse al concejo. Tras unos años en el poder, Lucho conoce las mieles del éxito y disfruta de lo que sería al mismo tiempo su gloria y su desgracia. Porque teniendo todo aquello que siempre soñó Lucho también experimenta la traición y la corrupción que se vive en este mundo de la política. La vida de Lucho cambió para siempre fue elevado al éxito, pero así mismo cayó hasta tocar fondo perdiendo todo lo que había logrado, a Lucho lo destituyen cruelmente y lo inhabilitan para que no pueda ejercer como político por varios años.